viernes, 6 de enero de 2012

En la jaula de los bastardos




Hoy ha muerto uno más de aquellos seres sin identidad que llenan los Centros de Internamiento, un chico guineano al que le pillo una “muerte súbita” en su celda de Zona Franca. Hace tan sólo unas semanas en el CIE de Aluche en Madrid murió una mujer, también africana a causa de una meningitis mal tratada. Meses atrás también en Zona Franca de Barcelona se suicidó un joven marroquí vecino de Sabadell que prefirió ese final desolador al hecho de una repatriación que lo llevaría igualmente a ese destino fatal.

Esos son los resultados de la pomposa directiva aprobada ahora hace ya tres años. Y lejos de lograr su objetivo de disuadir, de agrupar y de expulsar a las personas indocumentadas se ha convertido en una directiva europea para institucionalizar una humillación, para segregar una sociedad, para desmantelar la poca dignidad que le queda a la decadente democracia europea.

Pero esas muertes que los funcionarios del Estado se afanan por presentar como hechos aislados y circunstanciales son la expresión última de una práctica violatoria de los derechos humanos, y no lo digo yo, lo ha dicho la ONU en carta remitida al gobierno español fechada el 10 de marzo del 2011 recomendando el cierre de los Centros y la revisión de la Ley de Extranjería que considera proclive a la discriminación y el racismo.

Sin embargo nada de ello ha servido para mover un ápice la política migratoria del Estado español, pero no por ello evadirá el juicio histórico por esos muertos, que son sus muertos. La vida de esas personas estaba bajo su responsabilidad y no supo o quiso preservarla. El responsable último tiene nombre y apellido, se llama Jorge Fernandez Diaz y actúa como Ministro de Interior del Gobierno de España.

Aunque sabemos que para el Estado eso poco importa, esa gente sin nombre que es recluida en los CIE’s no tiene valor alguno. Que estén presos, detenidos, criminalizados porque su origen o naturaleza no es europea hace parte del precio que hay que pagar por la osadía de vivir como “ilegal”. Ese criterio de origen coincide con la definición adjudicada en el diccionario de la RAE al término : que degenera de su origen o naturaleza. A ellos, es decir, a los que el Estado considera bastardos les han construido sus respectivas jaulas. A sus hijos, a todos nuestros hijos e hijas tendrán que explicarles como han permitido todos estos desmanes y sobre todo tendrán que pagar por ello.

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