viernes, 24 de enero de 2014

El Deber de la Reciprocidad con la Migración Española en Colombia





Hasta el 2012 según la cancillería colombiana eran 23 mil los españoles residentes en el país, en ese mismo año 653 ciudadanos de la ex Madre Patria solicitaron una visa temporal de trabajo. Es un fenómeno normal de un país con una tasa de paro que llega al 24% y del que salen diariamente 200 inmigrantes a buscarse la vida por todo el mundo pero particularmente a Alemania y América Latina.

Nos recuerda el fenómeno ocurrido a la inversa hasta la crisis financiera que quebró la economía especulativa española. Miles de migrantes latinoamericanos inundando el mercado laboral español con mano de obra barata y des regularizada. Vino lo que todos conocemos, las personas migradas copando los trabajos menos cualificados, las mujeres latinas cuidando los hijos e hijas de las mujeres blancas occidentales emancipadas, las familias entregando su vida a los bancos por deudas hipotecarias impagables, el sueño de reagrupar a sus propios hijos aún cuando ese sueño terminara en un Centro de Internamiento para Extranjeros, o los jóvenes desorientados y sin documentación habilitada para trabajar o estudiar entregados a las bandas latinas. Con la crisis llegó el endurecimiento de la política migratoria, el racismo institucional y la xenofobia aceptada por la sociedad, la persona migrada quedó relegada al nivel mas bajo de la sociedad de acogida.

Parece extraño, aunque las causas de la migración son las mismas: fuerza de trabajo detrás del movimiento de capital, eso que llamamos "globalización",  la realidad para  unos no ha sido igual que para otros. En Colombia sólo se requiere un contrato laboral o un plan de empresa para conseguir una visa temporal, las empresas españolas han acaparado gran parte del negocio de la construcción, las mismas empresas (Sacyr, Vallehermoso, ACS - Dragados de Barcelona etc.) que están salpicadas por los escándalos más graves de corrupción y que tienen investigaciones por diferentes delitos incluido blanqueó de capitales, evasión de impuestos o irregularidades en contratación pública. En España es unánime la percepción de que estas empresas constructoras y las elites políticas desangraron el país, lo expoliaron y, terminado el banquete de corruptelas, emprendieron camino en búsqueda de nuevos "huéspedes" para su actividad parasitaria.

En 2011 el gobierno brasileño planteó la tesis de la reciprocidad, es decir, Brasil aplicaría  la misma política migratoria a los ciudadanos extranjeros que se le apliquen a los brasileños en esos países. Tremendo problema para la Unión Europea en sus relaciones bilaterales con Brasil y tremenda lección de dignidad para el resto de países emisores de migración. El resultado ha sido evidente en el trato que le dan a la comunidad brasileña en España en relación con el trato a otros colectivos latinoamericanos como el boliviano, ecuatoriano o colombiano.

El gobierno colombiano hace justamente lo contrario, mientras su diáspora ha sido abandonada a su suerte, en Colombia el criterio para acoger a los europeos y en concreto para los españoles es de privilegiar su incorporación al mercado de trabajo e incentivar su llegada con sueldos que superan en tres veces al de los mismos profesionales nativos. Es difícil evitar vincular esta situación a la vieja actitud colonial de servilismo con Europa. Pero los tiempos han cambiado, muchos países han logrado superar el complejo de inferioridad y han puesto por encima de cualquier interés económico su soberanía nacional y los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas.

Colombia tiene esa tarea pendiente, en los últimos 10 años, ha entregado el subsuelo a empresas transnacionales. Ahora tenemos un problema, mientras se pretende devolver las tierras a los desplazados por la violencia mal venden lo que esta debajo de ellas, los campesinos se quedan con el rastrojo y las multinacionales con sus riquezas subterráneas. Mientras en otros países cierran las bases militares en Colombia entregamos territorio nacional para las aventuras del ejército de los Estados Unidos, mientras en España deniegan el acceso a la sanidad pública a migrantes sin documentación (por el criterio exclusivo de su origen) nosotros en Colombia nos desvivimos por que ellos se sientan como en su casa.

Y no me parece mal, esa debe ser nuestra actitud y los inmigrantes españoles no son los culpables del racismo europeo. Sin embargo aplicar la reciprocidad de trato les puede hacer entender a la sociedad española y a su gobierno que muy a su pesar suyo si somos iguales, una lección de dignidad que desmonte la arrogancia con la que trataron a la inmigración en la época de la bonanza y la discriminación que nos devolvieron en la crisis financiera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario