A propósito de la campaña de PxC
con su perorata de “primero los de casa” recordé que hace unos días caminando
por las calles de Buenos Aires encontré a un joven catalán repartiendo flayers
en una esquina de la mítica calle Corrientes. Al percatarme de su acento me le
acerqué y nos pusimos a charlar, me confirmó que no era el único, “hay unos
cuantos currantes en el gremio” me afirmó mientras repartía propaganda a los
viandantes.
Indagando a partir de ese
encuentro he sabido de escenas similares en Brasil y Colombia por no hablar de
Inglaterra o Alemania. Y no me refiero a turistas holgados ni a personajes
exitosos de “españoles por el mundo”. Me refiero a emigración económica pura y
dura, a gente común y corriente que se va en busca de un futuro mejor, gente
que malvive y que se busca la vida en un medio desconocido y algunas veces
hostil. No son casos aislados, ahora es habitual que en varios países
latinoamericanos te digan: “…españoles aquí? Un montón… ”.
En efecto, Catalunya vive un
nuevo exilio, miles de personas particularmente jóvenes se ven avocados a un
destierro económico por la falta de oportunidades. Se van con sus maletas llenas de expectativas,
pero también de frustraciones, a probar suerte lejos de lo que parecía su mundo
perfecto.
En ese contexto me pregunto: la
sociedad catalana esta dispuesta a tolerar aquel discurso arrogante y
facineroso de “primero los de casa”, cuando “los de casa” están rodando por el
mundo sujetos en gran medida a la generosidad de un país de acogida?.
La experiencia en propias carnes del
fenómeno migratorio debería provocar en la sociedad todo lo contrario a esa tesis,
algo más de humildad, una visión más amplia de lo que es la solidaridad y el
relativismo del origen en relación a la ciudadanía.
La realidad es inequívoca, si
bien la cuestión de subalternidad sigue siendo vigente, es decir, ciudadanos de
primera y de segunda clase (aunque sabemos que hay de tercera y de cuarta). La
única modificación que veo realmente es que a esas clases subalternas
periféricas se ha incorporado un sector de la sociedad catalana/española bajo
su condición de inmigrante.
No hay espacio para suspicacias, los
indicadores socioeconómicos aclaran las dudas sobre los verdaderos culpables
del éxodo y de la gran estafa que se ha producido en Catalunya y en España. No
son los inmigrantes que vinieron a trabajar los que generaron el paro, ni han
sido los que han promovido los recortes sociales, ni quienes han llevado a cabo
los expolios de las arcas públicas y el fraude fiscal. Por el contrario, han
sido, hemos sido motor de progreso, mano de obra, base y sustento del sistema
pensional entre otros elementos que han engrandecido éste país.
Lo digo porque estoy seguro que
los catalanes que están afuera serán parte del progreso de los países que los
acogen y espero que se les sea reconocido, de lo contrario nosotros seremos los
primeros que saldremos en su defensa, al fin de cuentas la cuestión no es de
origen sino de pertenencia de clase…una vez más la realidad lo corrobora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario