martes, 11 de enero de 2011

Arizona, Cataluña, Arizona. Una vez cuando las palabras matan





A balazos, como suele ocurrir en la sociedad de los desafueros, así termino el triste episodio de Tucson, Arizona. Que  una sociedad de fundamentalistas diriman sus discrepancias, grandes o pequeñas, a balazos no es nada nuevo, lo sabremos nosotros  los latinoamericanos que hemos tenido que lidiar con la esquizofrenia colectiva de nuestro vecino del norte durante décadas. Lo que ocurrió en Arizona a pequeña escala es lo que ha venido ocurriendo a lo largo del siglo XX, y es que los norteamericanos se tomaron al pie de la letra la máxima del teórico de la guerra Carl von Clausewitz quien afirmaba  "la guerra es la extensión de la política". 
Pero el caso de Arizona es diferente, no es simplemente la acción individual de un perturbado, es el resultado de un discurso político incendiario y altamente reactivo. No es casual que el objetivo del atentado haya sido la senadora demócrata Gabrielle Giffords quien tuvo la valentía de enfrentar a la extrema derecha del Tea Party y que se convirtió en una enconada detractora de la ley de inmigración de Arizona. Es simplemente la consecuencia en una sociedad donde han llevado los valores de la democracia a sus máximas expresiones, aún aquellas en las que se puede llamar a la segregación étnica o hacer apología al racismo y la xenofobia sin que nadie pueda decir o hacer nada para no “coartar” la libertad de expresión.  
Asi las cosas, esta visto que con todo y democracia todavía hoy las palabras matan, no hace falta una tiranía, ni déspotas, ni inquisiciones, sólo hacen falta palabras que logren sacar en el momento preciso la indolencia humana que se encuentra agazapada entre los valores y las normas, y cuando ésta sale todo el resto es trabajo de carpintería.
Y yo me pregunto, estamos esperando a que en Cataluña ocurra lo mismo?. Hasta el momento tanto Anglada como Alicia Sanchez Camacho han inundado a la sociedad catalana de un discurso calcado al estilo Tea Party en Arizona, todo con una inestimable resonancia de los medios de comunicación, y aquí no ha pasado nada, nadie les ha “coartado” su libertad de expresión. 
Sin embargo muchas veces he pensado, y no sólo ahora con el suceso de Tucson, que luego del video juego del PP en el que se aniquilan a inmigrantes o independentistas no me resultaría extraño que alguno de los fanáticos que militan en sus partidos le diera un día por cargarse a unos cuantos negros, sudacas o moros, o a los políticos sensatos que defienden al colectivo migrado y reivindican sus derechos. En cualquier caso es cierto que locos hay en todos lados, la cuestión es que en nuestro caso algunos dirigen partidos políticos...que miedo.
Juan Carlos Villamizar Alarcón

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