sábado, 12 de marzo de 2011

Segunda parte, BREVE CRÓNICA DESDE TOKIO



Por Juan Carlos Villamizar A.
Es 13 de marzo y son las 11.30 minutos de la mañana. Han pasado casi dos días desde el terremoto, poco a poco la tierra al parecer se ha vuelto a adormilar y las frecuencias entre temblor y temblor son cada vez más largas. Esta mañana me despertó el movimiento del edificio, no estaba yo en una ubicación privilegiada para la huída, pero tampoco tuve la intención, es increíble como el cuerpo y la mente se hace a las situaciones y termina mimetizándose hasta volverse una parte más del escenario. El jueves descubrí que todavía tenía unas zancadas dignas de cualquier atleta, no hubo japones que me alcanzara en las salidas del hotel en medio de las estruendosas sacudidas, sin embargo en el temblor de esta mañana todos en silencio clavamos la mirada en las paredes, sin mover ni una ceja, los que fumaban seguían fumando, los del poker seguían en la partida, nadie se movió, de un sitio del cual creo por su distribución que era muy difícil salir, lo cierto es que la única reacción que he visto y que he asumido como mía es mirar fijamente cualquier anclaje y esperar el punto máximo de movimiento para evaluar si es necesario o no escapar.
No hay otro tipo de programación en las cadenas japonesas que la información relativa al desastre, anoche mientras cenaba en un restaurante de la capital me entere qué significaban esos ruidos que hacían los televisores y que parecían la alarma de un reloj, es el aviso de sismo, el restaurante se queda en silencio todos mirando el televisor, la cámara de monitoreo se mueve estrepitosamente, los coches paran, la presentadora informa que ha sido de 5 grados con epicentro en el norte de la costa, no alcanzará a llegar a Tokio.
Anoche era una ciudad fantasma, apenas se veía gente en las calles del bullicioso barrio de Ueno, la gente a comprado provisiones en todo el país y la angustía por las noticias que vienen de la central nuclear es evidente. Durante toda la tarde los informativos registran la nube blanca que sale de la central, es la última explosión, ese es ahora el peligro inminente en Japón, el riesgo que supone una central con dos de los tres reactores sobrecalentados.
Por otra parte minuto a minuto recogen información de cada ciudad costera y la dimensión de la tragedia aumenta, hay tres trenes de alta velocidad con pasajeros abordo de los cuales todavía hoy no se tiene noticia, miles de desaparecidos y miles de personas por rescatar, ese es el panorama del que no se desprende nadie a través de los canales de televisión.
Por otra parte se empiezan a suceder las imágenes que diluyen las diferencias culturales, al fin y al cabo el dolor es el mismo, las lagrimas no tienen nacionalidad, los re encuentros de familias emocionan igual en cualquier parte, y son calcadas a las imágenes que decenas de veces hemos visto en los desastres que han azotado a Colombia.
No he visto aún, y no creo que la vaya a ver, ese Tokio luminoso que se ve en las películas, de millones de personas en las calles, en los bares, en los centros de ocio, la gente se va a sus casas en silencio, eso es lo más llamativo, el silencio. Anoche por fin pronuncie unas palabras con alguien de carne y hueso, encontré en el restaurante a un par de comensales japoneses que hablaban ingles, de la emoción les invite una cerveza.
Reímos un rato hablando de las diferencias, de una cosa y de otra, como agradecimiento a la cerveza invitada pusieron un delicioso plato de hígado de cerdo crudo con una especie de chimichurri encima, todos incluyendo un cocinero de esos que aparecen en las películas de Karate lanzando cuchillos en algún antro de Shangai, esperaron a que yo tomara mis palillos y me lanzara por un trozo que parecía estar vivo, quienes me conocen imaginaran mi sufrimiento, sin embargo una vez en la boca y olvidando lo que era el sabor se hizo agradable e inclusive repetí porción, una risa colectiva y el respectivo brindis, un paréntesis en medio de tanta desolación.

4 comentarios:

  1. Juanca mi amigo, sí, mi amigo porque cada instante que pasa entre la lectura de un escrito y otro me identifica más con lo que estás ahora viviendo, claro está en escenarios diferentes pero el sentimiento es el mismo. Justo ahora se me ocurre pensar en una cosa...Cómo habría sido si en una de las incontables "tragedias" masacres cometidas en nuestro país, una de esas víctimas hubiera tenido la oportunidad de transmtir en dirécto la experiencia de lo que ante sus atónitos ojos sucedia?... Si, definitivamente la maldad humana no tiene comparación. Abrazos desde Suecia mi querido amigo.

    ResponderEliminar
  2. Lo mejor, esa risa colectiva. Lo peor, la cara de la tragedia, siempre tiene el mismo rostro...
    ¡Animo!

    ResponderEliminar
  3. Cuando escribes me haces acordar de unas películas, algunas en blanco y negro, de cuando los personajes que son turistas pasan por una situación de tragedia colectiva, ya sea por un desastre natural o por guerra. Por lo cual los hechos van enriqueciendo tu mirada personal, la tristeza, la alegria...te das cuenta como un hecho tan sencillo como convidar una cerveza, se transforma en una maravillosa fraternidad que alivia al corazón, y que redefine lo importante y lo valioso de la vida

    ResponderEliminar
  4. me hizo reir mucho el comentario del chef de la pelicula, no me imagino ese hiagado. Espero que puedas ayudar a esa probre gente, por algo estas alla!

    ResponderEliminar